miércoles, enero 30, 2008

Carta de una madre a su hija

Aequis,

Aunque siempre has sido necia, reexamina un poco lo que escribes. Y si planeas decir que tus dientes son horribles, con caries e infectados, y rematar (¡el colmo!) con el dato mentiroso de que nadie te querría besar:

Utiliza, hazme el favor, la tercera persona, no el yo.

Un él o ella indefinidos (e hijos de vecina cualquiera) pueden tener las muelas tan picadas como se les antoje y parecerse al monstruo con veneno, tu Catoblepas de la entrada anterior; pero en cuanto a ti:

Ve al dentista.

Tu madre que te adora

miércoles, enero 23, 2008

Catoblepas

Tengo unos dientes horribles. Pequeños y adelgazándose, transparentes, con bordes quebradizos. De una fragilidad propicia a las caries. Catoblepas. Precisamente ahora cuando querría. Y no porque ande yo besando a cualquiera -al contrario-, mas hoy que se me antojaba. Catoblepas.
Por culpa de dos caries: no puedo. Mejor quedarse en la duda y no preguntar:
Quién me querría lo suficiente. Catoblepas.
Los agujeros en el esmalte supuran, uno hasta la encía. La sangre se mezcla a la podredumbre.
Y mientras trago saliva, a m
í cada sorbo me sabe a veneno.
Mejor ni preguntar.


Catoblepas es un animal contra el cual Plinio fue injusto, atribuyéndole medio chícharo de cerebro para un cráneo inmenso. Caminaba como la escritura de izquierda a derecha, o en ideograma al revés; nunca en ambas direcciones. Científicos del 1700 afirmaron se trataba de un engendro del obelisco con el ñu africano. O sea, de un animal imaginario. Borges, dos siglos después, lo cataloga aún así.

Catoblepas tiene la apariencia de un búfalo pequeño. Flaubert sitúa su hábitat en lodazales, confundiéndolo -es clarísimo- con el hipopótamo. Pues nuestra bestia jamás habría sobrevivido en pantanos a causa de su cabeza: un verdadero plomo al extremo de un cuello incapaz, colgándole casi inerte hasta las pezuñas y suelo. De manera que con el hocico sumergido en el fango, seguro se habría ahogado. Vive, si vive, en un ambiente seco.


Y viene a cuento, porque el pobre tampoco podría besar. No sólo por no contar con labios -detalle harto indispensable. Sino porque carga como sus antecesores un veneno.
Las caries, me parece, producen también uno en los dientes.
El Catoblepas tiene ponzoña hasta para matar.
Y… pero: ¿yo?... con mis ganas de besar?

martes, enero 15, 2008

Boule de suif

¿Es el ministro de economía un cerdo? No, en fin, no sé. Los registros fotográficos demuestran que nació hombre, y ya mayor y con 155 kilos de gravedad obtuvo su doctorado. ¿Son los infantes susceptibles de transformación? O ¿los cerdos capaces de elaborar tesis? O ¿Se graduó antes y transformó después?


Los rasgos se pierden en la grasa, los mofletes escurren de las sienes al emplazamiento del cuello (no hay cuello); y la gordura, de los hombros a las ancas globalizantes (unas ancas que arramblan la tierra). Caxilo posee un ministro para la dirección de su hacienda que es una abundancia y una contradicción. La canasta básica: el maíz, pan, pasta, fríjol y arroz que mal llena los estómagos de la mayoría aumenta. Los de salarios disminuidos comerán menos, mientras la panza insultante y en traje del ministro holla el espacio.

Nadie dirá: apriétense los cinturones, el titular no se los apretará.


Pero, hay gordos memorables y el sebo no siempre ahoga las neuronas: Balzac estaba inmenso, aunque no tanto. El Nuevo Mundo logra, en definitiva, prodigios de obesidad.
Consideremos antes de juzgar las razones que arguye para el aumento, quizá un cuerpo como mar de adiposo hasta favorece el cerebro.
Tres elementos: petróleo (1), interpretación liberal de la inflación (2) y nuestra famosa canasta básica de la papa (3), que se come (3), que se hubiera comido (3), sin antojos. Papa, no jamón. Pasta, no carne. Tortilla y arroz, con suerte, arroz.


La inflación es, a la base, el aumento del circulante, del dinero, privilegio exclusivo del Estado que lo emite. En general para el pago de sus funcionarios, pero también se ha dado para la simple creación de empleos y no automáticamente con malos resultados. El escollo está en la especulación de los precios (la inflación (2) en sus efectos negativos). Por la mala fama muy merecida del comerciante. ¿Por qué, en efecto, no aprovechar la conyuntura y hacer un margen de ganancia duplicado? Y puesto que el funcionario se auto atribuye sueldos de lujo, ¿no brindarse uno mismo una plusvalía equivalente? Un aumento en previsión de las mercancías en estantería, previendo que el dinero valdrá menos.

Maniobra eficaz que vuelve realidad los pronósticos: el dinero valdrá menos. Aquí el ministro de los 150 kilos apuesta por el control, con el problema de siempre, sin embargo, una apuesta sin medidas para evitarlo. ¿Cómo se llevara a cabo ese control? Vacío, control retórico y ¡viva la inflación en sus efectos negativos!

No, nos apretemos el cinturón, el ministro de economía no se lo apretará. Los pantalones se les caerán a los con poco salario y a los hombres de la tierra: los que sólo la saben trabajar, y que se la coman.

Porque el aumento del precio del petróleo (1) afecta en general los costos sobre todo los agroalimentarios, la papa (3). Cierto, y aun sin el factor hidrocarburo no hay en el mundo un sector agrícola que se sostenga a sí mismo. En los países acaudalados, por neo liberales que sean, la supervivencia económica de los trabajadores rurales pasa por los subsidios. Pero no en Caxilo: más neo liberal que el neo liberalismo, ultra o hiper es la palabra.


¿El sebo asfixió las neuronas? Y los ojos imposibilitados tras los cachetes como glúteos del ministro son incapaces de percibir que aquellos mismos teóricos (2) que exigen el abandono del campo, no aplican en su patria, lo que con tanto ahínco promueven para las ajenas.
O bien, ¿son los entre 5 y 50 centímetros de grasa que lo separan desde su doctorado del exterior los que le clausuraron para siempre el contacto con la realidad?
Un forro aislante: la Escuela a la calca de Chicago.


Pero volvamos a los cinturones que no se aprietan.
Control de precios para los comerciantes, ¿cuáles serían las medidas? No las de entrevista, labios para afuera y salgo del paso: las reales. Y puesto que los subsidios son recomendables, no según la teoría (que, al final, a quién le importa), sino
según el mejor neo liberalismo aplicado de las mejores naciones capitalistas: ¿Quiénes serían los beneficiarios? ¿Cuáles las medidas contra el abuso? Pues la tendencia a excederse en sus demandas es tan universal como el hombre y se da en el ganadero, campesino y granjero del mejor capitalismo, el exitoso. ¡Medidas!


Apretarse el cinturón, una dieta para adelgazar la teoría, afín de tocar con una pestaña la realidad. Al individuo que comerá 10 tortillas en lugar de 15. Al hambre. Ministro de economía: A dieta, al hambre artificial. No vaya a ser que en el contexto de liberalismo salvaje y de sálvese quién pueda, lo confundan con un cerdo y se lo almuercen, por mera equivocación y sin lesa humanidad, o en nombre de aquella otra: la hambruna.

miércoles, enero 09, 2008

Réquiem

Un amigo escribe sobre el accidente de una joven, yo me pongo a llorar. Los dos actos se dieron a un mes de distancia. Su relato es una crónica a partir de la vivencia con los familiares a quienes sirvió de traductor, en el complicado proceso de declarar a alguien muerto en un país de lengua extranjera.

Sin embargo, las catástrofes acaecidas durante una acción cotidiana, tan neutra como cruzar una calle o subir y bajar escaleras, tienen una seña de fatalidad. La elección con el dedo de la pelona Muerte que les puso el pie y abrió los brazos, dejándonos sobre un lecho los restos. El cuerpo lastimado que nos duele por sus heridas ocultas, y a veces por la mera transposición, ociosa e imaginaria, de sus vendajes a nuestras extremidades. Mas lo peor para la emotividad, cuando se le busca mantener a la raya, son los parientes todavía incrédulos, y el:

Sí, Señor. Sí, Señora, a su hija no la volverá a ver.

Entre la multitud de trámites inacabables, burocráticamente compasivos, que ayudan a los relojes a seguir andando.

Porque desde que se es creyente a medias, la promesa del reencuentro en el más allá está también en suspenso. Y a los catequizados chambones que somos nos queda sólo la memoria de lo que vivimos con la persona, o lo que nos faltó vivir; y, acaso, el lloriqueo ante una familia de pronto menguada de la que se supo a posteriori.

martes, enero 01, 2008

Jarabe

El Helix Pomatia es, por lo visto, una bendición. Un animalejo invertebrado que se prepara en platillo, especie de molusco terrestre y, con exactitud: un caracol comestible salvo por la concha; tan a la moda que está casi extinto en Francia y se le importa para su consumo del Este, cuyas poblaciones a la zaga en cuestión de gusto culinario no han caído en la cuenta del refinamiento de alimentarse con caracoles o limazas.

Pero a mí, lo que me tocó y recetaron no fue el platillo sino la estela del insecto: su baba. En un jarabe que al parecer es una maravilla, al 10% de la viscosidad pegajosa del limaco y con qué purificarse los bronquios con el último grito de la farmacopea naturista, amén de un 90% de sacarosa necesaria a volver tragable el potingue.

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