lunes, octubre 09, 2017

EL EJÉRCITO DEL SOLDADO que LLORA

Fotografía de Marco Gil Vela

Un militar no puede abandonar su puesto aunque su casa se esté cayendo. Para información de los civiles, el abandono de puesto corresponde al delito de deserción. Los militares son, por un lado, los jefes y oficiales y, por el otro, los elementos de la tropa o soldados.
Los mejores soldados son los campesinos acostumbrados al trabajo a la intemperie, a pasar hambre, a trabajar de sol a sol, a trabajar y aguantar los caprichos del cielo, las pérdidas por granizada, plaga o sequía. La disciplina se las enseña el  duro trabajo del campo. Los mejores soldados traen el coraje, la disciplina y el cuero curtidos desde antes de darse de alta.
En México, los mejores soldados provienen de los Estados predominantemente rurales y pobres como Oaxaca. Estos desarraigados del campo nutren desde hace generaciones las filas de los jornaleros y espaldas mojadas, la nata se va al ejército.
Antes de los años 1970, se podía ser analfabeta y soldado en correspondencia a la cruda realidad del campesinado mexicano de entonces. Pero si algunos soldados se declaraban incapaces de leer, marchaban en cambio 32 kilómetros por día a campo traviesa con 5 kilos de equipo sin chistar.
El padre de Moctezuma también fue soldado. Hay en la familia de los militares  la práctica efectiva del deber. El militar cambia de domicilio en promedio una vez cada dos años, si le va bien. Pero puede también durar sólo meses en un puesto. Por lo general, el militar dispone de menos de una semana para presentarse en su nueva unidad. La familia lo sigue con la mudanza, los hijos cambian de escuela como otros de zapatos.
Si quisiéramos definir a los militares diríamos que están en disponibilidad permanente. En cuestiones de servicio no hay día festivo que valga. Los requerimientos del servicio (al igual que las catástrofes naturales a las que responden) desdeñan soberanamente el calendario humano dándose lo mismo un 20 de diciembre que un 10 de mayo, y prolongándose de manera indefinida.

Un militar no puede abandonar su puesto aunque su casa se esté cayendo. Para información de los civiles, el abandono de puesto corresponde al delito de deserción. Esta aplicación del interés general sobre el particular por parte de los miembros de las Fuerzas Armadas  tiene sus razones: si bajo el pretexto de un peligro generalizado, los militares abandonaran sus filas, la sociedad se privaría de esta fuerza organizada a la cual recurrir en casos de contingencia.
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