jueves, marzo 27, 2008

Nadie

Creo transmito inquietud y no hablo de los animales -de los caballos, por ejemplo, a quienes pongo nerviosos porque me impacienta no anden más rápido, y que apresuro a puro golpe de talón, por fortuna, sin acicates-, hablo de la gente, de mis alumnos y, en particular, de unas señoras que sufrieron ayer un ataque de histeria en plena clase. La maestra -yo- llevaba un rato planteándoles el problema de la existencia, -esas son las palabras textuales- y se entiende que les sorprendiera ese desplante de filosofía chambona en una lección de español básico. Pero el programa es el programa y yo debía demostrar que el ser algo o alguien, es diferente a no ser nada ni nadie, y tampoco es mi culpa si alguno se sintió reflejado y fue a pensar, por un segundo, la tristeza de que a lo mejor no era nadie.

La señora, mi alumna, se echó a reír irresistiblemente, y como la histeria -alegre o sollozante- se propaga, un minuto después tenía yo dos histéricas temblando hasta las lágrimas, pues había contagiado a su vecina.

Ser alguien, y en aquel instante una maestra de español con aparente dominio de sí, sonaba a algo muy difícil. Lo primero era atajar no me fueran a contagiar al resto, y contin escribiendo sobre el pizarrón los malhadados adjetivos de la negación: ningún, ninguna.

Entonces oí una risilla del otro lado del salón, otro más que se había descubierto ser un don nadie, volteé para contemplar la amplitud del desastre. La hilaridad brillaba en todos los ojos, pero contenible salvo por mi par de señoras, ahora ya rojas, al punto que temí fueran a virar su histeria a un llanto despavorido de la peor especie. Mas no, fijándose uno bien, se constataba era risa y lágrimas de risa.

Sabrán que la manera más eficaz de pasarse la sensación horrible de cero a la izquierda, es distraerse. Al respecto, el radio y la televisión son los medios más usuales, vaya cualquier cosa que arrebate al individuo no a su nulidad sino al pensamiento de que es nulo; en cambio, en una aula de clases esos económicos medios cura-don-nadies son menos evidentes. Lo bueno para mis alumnos fue que yo estaba allí, y ellos con tantas ganas de olvidar se distrajeron con casi nada, a saber, con su maestra que se limpiaba constantemente las palmas en su ropa, sobre todo al final cuando acabó blanca gis de tiza.

miércoles, marzo 05, 2008

Una fotografía

El recurso útil para los blogs en mal de inspiración, tiempo o ganas.
Del tipo:
¿Es usted un bloguista al que se le secó el cerebro a pesar de su estricta hora cotidiana frente a la pantalla? No se alarme: existe el copy paste. Sólo que, por aquello de los copy rights tan engorrosos en la actualidad, lo más seguro sigue siendo el copiarse a sí mismo, sacar del guardado, sacudiéndole las arañas a sus escritos anteriores; o mejor aun: intercalar una imagen fresquísima de usted, el autor, una linda foto a colores en donde no se ve se está a seco de ideas, alcohol o dinero. Una mía reciente, por ejemplo, vendría a continuación de maravilla.

(Aquí espacio reservado al encuadre, seguido de:)

Una foto retrato a colores de una muy pobre definición, en la que se distingue o adivina:
Un rostro ovaloide, dos ojos, una boca y también – es una suerte- una sola nariz. A Aequis -o a su retrato- efectivamente no le falta: ni mentón ni
orejas –un buen par-, eso sí quizá algunos dientes, pero el secreto queda entre nosotros y si son las muelas del juicio ¿quién lo conserva?

He dicho la foto es a colores, debí decir "a color": un ocre en toda su gama del casi negro al sil macilento. La piel es entonces ocre y la melena -¡qué sorpresa!- también, aunque de una tonalidad, esta vez muy obscura, apenas recortándose sobre el fondo -a tildar para no errarle de noche-, donde resaltan los mechones en desorden, de la cabeza en desorden...

(Aquí espacio reservado al encuadre)

¿Que mi retrato es un asco que no identifica a nadie, o bien que ya no sé ni la cara qué tengo? No los desmiento, pero para mí que la vaguedad proviene en gran parte de la foto.

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