EL EJÉRCITO DEL SOLDADO que LLORA
Fotografía de Marco Gil Vela |
Un militar no puede abandonar su puesto aunque su casa se esté cayendo. Para información de los civiles, el abandono de puesto corresponde al delito de deserción. Los militares son, por un lado, los jefes y oficiales y, por el otro, los elementos de la tropa o soldados.
Los mejores soldados son los campesinos
acostumbrados al trabajo a la intemperie, a pasar hambre, a trabajar de sol a
sol, a trabajar y aguantar los caprichos del cielo, las pérdidas por granizada,
plaga o sequía. La disciplina se las enseña el
duro trabajo del campo. Los mejores soldados traen el coraje, la
disciplina y el cuero curtidos desde antes de darse de alta.
En México, los mejores soldados provienen de los
Estados predominantemente rurales y pobres como Oaxaca. Estos desarraigados del
campo nutren desde hace generaciones las filas de los jornaleros y espaldas
mojadas, la nata se va al ejército.
Antes de los años 1970, se podía ser analfabeta y
soldado en correspondencia a la cruda realidad del campesinado mexicano de
entonces. Pero si algunos soldados se declaraban incapaces de leer, marchaban
en cambio 32 kilómetros por día a campo traviesa con 5 kilos de equipo sin
chistar.
El padre de Moctezuma también fue soldado. Hay en la
familia de los militares la práctica
efectiva del deber. El militar cambia de domicilio en promedio una vez cada dos
años, si le va bien. Pero puede también durar sólo meses en un puesto. Por lo
general, el militar dispone de menos de una semana para presentarse en su nueva
unidad. La familia lo sigue con la mudanza, los hijos cambian de escuela como
otros de zapatos.
Si quisiéramos definir a los militares diríamos que
están en disponibilidad permanente. En cuestiones de servicio no hay día
festivo que valga. Los requerimientos del servicio (al igual que las
catástrofes naturales a las que responden) desdeñan soberanamente el calendario
humano dándose lo mismo un 20 de diciembre que un 10 de mayo, y prolongándose
de manera indefinida.
Un militar no puede abandonar su puesto aunque su
casa se esté cayendo. Para información de los civiles, el abandono de puesto
corresponde al delito de deserción. Esta aplicación del interés general sobre
el particular por parte de los miembros de las Fuerzas Armadas tiene sus razones: si bajo el pretexto de un
peligro generalizado, los militares abandonaran sus filas, la sociedad se
privaría de esta fuerza organizada a la cual recurrir en casos de contingencia.