domingo, junio 17, 2007

Saturación

Hay una expresión que se saca a cuento en los momentos de tiempo empantanado, cuando el observador ha gastado su capacidad de atención o respuesta a los acontecimientos externos; y aquello que lo encendía de indignación le provoca entonces y con suerte un discretísimo encogimiento de hombros porque está harto.
Es el hartazgo un estado anímico que en su forma coloquial toma con frecuencia el lingüístico giro alado de:
- Vete a volar.
Ayer precisamente en plena calle espetaba yo esa frase en imperativo. Y una paloma, u obediente o tomándoselo a pecho, dio dos saltos y remó con sus alas. Pero quizá fue la prisa, lo cierto es que recayó pesada a unos pasos, las patas escamosas se plegaron.
“A volar” repetí, y el pajarraco corrió de nuevo visualizando con sus ojos rojos los planos sobrepuestos de aire, en tres brincos ya planeaba a pesar del grosor de su cuerpo –una esfera-, cuando se le atravesó un bulto que el volátil intentó esquivar con un viraje tan ágil como el que puede efectuar un lento plumifero de ciudad. Por fortuna, el bulto en cuestión también tenía ojos, era una persona, y para mayores datos de sexo femenino. La mujer que veía al pájaro volar en su dirección se agachó, al tiempo que el ave trazaba una curva forzada en el aire. La colisión fue ligera y pasada la sorpresa del encontronazo, no hubo qué lamentar fuera del “vete a volar” descalabrado.
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