sábado, julio 28, 2007

Rola

A la vuelta de una esquina tras un alto se besaron. Alonso manejaba sorteando los baches por el camino repleto del agua que deslavaba la tierra. De la gasolinera, en los bordes, y sus primeras casas a la de Angélica había cinco semáforos.
Parados con el vehículo en la calle vacía, se abrazaban haciendo bizcos al son de la música para reventar tímpanos de:
Los siguieron en un auto,
Los hombres con cuernos de chivo.
Para arrancar en desorden y frenar adrede frente al próximo alto con un rechinido de llantas sobre el asfalto en una calle que había dejado de estar sola. Pues a la distancia siempre pareja de una cuadra los escoltó a partir de entonces un automóvil, los faros apagados. Y en ambos vehículos la misma rola:
El rojo mudó a verde,
El motor a marcha y neutro,
Y en el interior el suspenso
La espera atenta
A los labios del otro.

Hasta un verde que mudó de súbito a rojo.
Con dos bocas deformes,
Que tras la ráfaga de casquillos,
Sólo besaron la cloaca y el polvo.
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