Político al micrófono
En Caxilo, la estrella de televisión aparece sonriente o solemne en su programa hebdomadario, detrás de una mesa siguiendo el ejemplo de los comentaristas: es una estrella de una nueva especie. Sustituyó a coreógrafos, cantantes, juegos de fortuna y emisiones del tipo “Pierda la vergüenza y cuéntenos su vida” y a los comentaristas de actualidades. Desde que punteó en los records de audiencia, los especialistas señalaron los elementos de su éxito: reunía en su programa diferentes atributos de cada uno de ellos.
En la pantalla chica arriquense, la nueva estrella televisiva no es otra que el político al micrófono, jefe reconocido del país o el de la oposición. Y es cierto que en su presentación ante las cámaras hecha mano de los numerosos recursos del espectáculo: gesticulación dramatizada, tono de voz según la temática que va desde la tristeza, la indignación, el quedarse sin voz, o bien y en el otro extremo, el franco arremeter con palabrerío florido y soez en contra del contrario, hasta el indispensable maquillaje -n’en déplaise a los clichés de la masculinidad, quizá en necesidad de una urgente readaptación para este caso especifico del actor político, superestrella. Toda esa parafernalia concurre a la hora de su presentación o representacion al aire y ha contribuido a los altos niveles de su popularidad. Se trata, al parecer, del plus ultra del Noticiero de actualidades; en donde sin recurrir a intermediarios e intérpretes del complejo acontecer político, vaya a los comentaristas, se da la palabra directamente a los actores, con el pequeño inconveniente de que vocean -y es normal- su único punto de vista en un discurso preparado de antemano que decide enfatizar determinados aspectos halagüeños y callar otros, sin que haya lugar a las preguntas, esas que planteaban a veces, por accidente, aun los presentadores más profesionales y les costaban su carrera.
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