martes, septiembre 02, 2008

Sexy chick

Agosto es el mes flojo, un agujero en el calendario, la interrupción total de las actividades en el viejo mundo, el tiempo para el reposo anual de inclusive los caballos. Y entretanto, por 31 largos días, el citadino varado en la urbe pasea su alma y moral sobre el pavimento.

Día 25 de ese mes. La mía andaba más bien baja y me fui a un gimnasio. Hay clases, en verdad, curiosas y no sabía de lo que me perdía.

9, 15 body sculpt.
¿Alguien recuerda La Edad de Hielo II y al personaje que raptan unos congéneres durante su sueño? Permítanme les explico esta clase. El instructor es el personaje una vez que se despierta y descubre al centro de una asamblea. Cientos de réplicas suyas, pequeñas y dóciles, lo rodean, s
ólo espiando a ver qué hace para imitarlo. Igual que nosotros.
Da un paso a la derecha, y aquéllos otro tanto
A la izquierda,
ídem nosotros
Aplaude, aplauden
Se tira al suelo, se tiran al suelo
Se revuelca, se revuelcan
Tres brincos, y la tierra o sala cimbra
Levanta los brazos, levantan los brazos
con los codos plegados, y sus disc
ípulos aletean, no faltaba más, como bípedos desplumados.


10 horas, a la clase de sensual move, la anularon, retoma en septiembre.
Prometo venir a echarle un vistazo. Quizá revelen el secreto para ser mujer fatal con zapatos planos, o enseñen la mirada sexy sin el maquillaje, probadamente matador,
de las brumas del cigarro.


10,15 en bikini y listísima para el aqua slim.
La instructora que, desde la orilla, imparte en seco la mera teoría, no se ha beneficiado del curso y conforma una mole poco esbelta, que insiste para que me ponga
un flotador.

- Pero, si nado desde los 4…y el agua, vea, me llega a los hombros.

Nada la conmueve y heme allí con salvavidas, marinando en la parte baja de la alberca junto a otros 15 individuos.

El agua, sin embargo, tiene sus argucias. No obstante la mejor voluntad para repetir los ejercicios que nos conservarán magros y guapos, el líquido distorsiona cada movimiento. Procedemos en anguilas raquíticas de ondulaciones esmirriadas, a manazos contra el elemento y, con tan poco estilo, que un perro chapoteando resultaría más grácil, aunque sí muy entusiastas.

11 horas, salgo sintiéndome una sirena: tan fresca, hasta que llego al primer espejo.
En el reflejo veo mi cara, mas no son mis párpados y, en cualquier caso, esa imagen está a las antípodas de como me siento. Los ojos son "anfibios", con el doble de su volumen corresponden a los, en giro coloquial, llamados “de sapo”. Frente a un segundo espejo, confirmo: están hinchados.

La instructora me observa y con el mismo tono en que felicita:

- Una alergia.

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