Nacimiento pesebre
Yo nunca fui María. Y mi madre nunca la emprendedora doña Conchita o Amparo que lo organizaban. Tampoco en el colegio donde las monjas elegían por asiduidad a las misas dominicales y aun rosarios -a los que, es muy cierto, me ingeniaba para no asistir. Por lo que al igual que la inmensa mayoría nunca fui María, en cambio le habré hecho de animal emplumado: pato, paloma o pollo. Pues es una de las conveniencias de estas representaciones: la multitud de figurantes posibles en los que cada madre puede hacer caber a su vástago disfrazado de vaca, buey o burro en una riesgosa premonición de su personalidad futura, aunque con la esperanza siempre viva de remisión psicológica por la mera comparecencia en un acto teatral donde nace Dios.
Y ahora que lo pienso, quizá hice de ángel -digo, por lo de las plumas- pero no creo: me acordaría.
1 Comments:
muy chistoso! bravo!
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