Se desconoce su nombre, vestía de blanco hueso, blanco cal, luna o mortaja; y surgía de la boca como llaga abierta de la noche para irse a recorrer la ciudad, entonces viva de los aztecas.
Una ciudad lacustre, con sus bloques de casas pulcramente plantados entre canales que recorrían las barcas de calado bajo; con su población dormida, salvo por el clarín que desde la plaza resonaba marcial, fijo y alerta. La urbe tenía vocación bélica. La doble pirámide principal honraba a las deidades titulares: la lluvia y la guerra. Mientras a un costado, oculto entre pirámides y palacios, se alineaba un templo minúsculo rectangular de paredes empotradas con cráneos. Pues nada en el Nuevo Mundo era evidente y la vida menos que cualquier otra cosa. De la mujer no se recordaba el nombre, le decían: la Llorona.
La Llorona, así: sin respeto y con cariño, porque ante las penas muy grandes no hay mejor forma de aproximación para un tercero que la burla inocua. Y la mujer era infortunada: una madre que perdió sus hijos. El epítome de la tradicional desgracia femenina. En un suceso acaecido hacia mucho tiempo que si se supo ya se había olvidado, porque la mujer que lloraba con su lamento característico en las tinieblas de la ciudad entumecida, estaba también muerta, y ni los más viejos rememoraban haberla conocido viva. Con ella, ciertos días y horas, entre ese pueblo de aguerridos que se habían dado por tarea, la titanesca de conservarle al sol su fuego en movimiento, ni el más valiente habría querido encontrarse. Aunque fuera bella. Una belleza de pelo lacio y negro, con ojos vivaces que se habían cansado de lagrimear y miraban con la peor ternura: la sin objeto. Una ternura inútil, botada en caricia suprema al viento.
Un caballero águila se tropezó con ella, una tarde aciaga a la vuelta de una acequia. De ese encuentro le quedó un tic, un pliegue ridículo del ceño.
1 Comments:
Es una figura universal La llorona???
En méxico contamos decenas de historia sobre ella...
Saludos otoñales, Monique.
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