Latir de arterias
Pues bien los detractores de ex tiranos podrán después de todo relamerse los bigotes y afilarse como agujas sus colmillos, porque el espectáculo se les dio: “Un ex tirano, hoy ex hombre, colgando inerme de una soga.”
Sólo que antes de que se proceda al festejo por el susodicho éxito de cadalso y a la apertura general de botellas con las subsiguientes felicitaciones, brindis y cuetes, propongo no participen en la celebracion sino aquéllos que -tras un examen introspectivo y de preferencia sincero- se consideren con la capacidad de ir a la horca, guillotina, pelotón, silla eléctrica o inyección letal: la cabeza alta, serenos y sin temblar.
En cuanto a mí, confieso que mi pulso es del tipo pusilánime aun sin razón; y que habiéndola es muy probable me sacuda en una gestualidad de marioneta, vaya, con un temblor harto visible; y que si me dirigiera al patíbulo lo haría tropezándome -a pesar de la conviccion plena o no en la justicia de mi buena causa- por culpa, según ya he dicho, no de mi falta de temple o nervios sino de ese maldito pulso mío que tiende al sobresalto y aceleración desordenada.
Sólo que antes de que se proceda al festejo por el susodicho éxito de cadalso y a la apertura general de botellas con las subsiguientes felicitaciones, brindis y cuetes, propongo no participen en la celebracion sino aquéllos que -tras un examen introspectivo y de preferencia sincero- se consideren con la capacidad de ir a la horca, guillotina, pelotón, silla eléctrica o inyección letal: la cabeza alta, serenos y sin temblar.
En cuanto a mí, confieso que mi pulso es del tipo pusilánime aun sin razón; y que habiéndola es muy probable me sacuda en una gestualidad de marioneta, vaya, con un temblor harto visible; y que si me dirigiera al patíbulo lo haría tropezándome -a pesar de la conviccion plena o no en la justicia de mi buena causa- por culpa, según ya he dicho, no de mi falta de temple o nervios sino de ese maldito pulso mío que tiende al sobresalto y aceleración desordenada.
1 Comments:
Sin embargo, aqui estamos, los teluricos sin motivo, ante el peloton de palabras.
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