martes, mayo 01, 2018

Mi encuentro con un perverso narcisista (PN) y cómo más vale aquí corrió que aquí quedó


Se le reconoce porque
1 “regala” cosas que no tiene intención de dar, desdiciéndose siempre en el último momento
2 en una conversación pasa de un tema a otro
3 nada es nunca su culpa, al contrario, si hay una víctima es él
4 tiene un talento especial para acordarse de lo que molesta
5 y “ser” el centro de la atención, al grado que si se habla de enfermedad él “estará” siempre más enfermo que un hospitalizado, o cuando se habla de libros (incluyendo los que no ha leído) hablará de estos más extensamente que quien sí los leyó. Como la última palabra debe ser la suya, en los chats resulta interminable
6 una manera de detectar a un PN es al momento de las recriminaciones porque invariablemente acusa de los defectos más inverosímiles. A un callado lo acusará de chismoso, al chismoso de guardar silencio, al honesto de ladrón, al parcial de justo
7 porque sabe que no es cierto y que nos sacará de juicio
8 pero su principal característica y aquella a la que debe el mote de perverso es su total carencia de empatía. Pues al único que le puede doler algo es a él. En una perversión de la sensibilidad, la utiliza no para compadecer sino para disfrutar de la pena ajena: Schadefreude
9 un PN es inofensivo mientras no esté uno triste, deprimido o lastimado, en cuyo caso es capaz de perseguirnos planteando la necesidad de hacer algo y esa acción indispensabilísima y urgente se resume siempre a PELEARSE CON LOS DEMÁS
10 una vez sembrada la discordia, el PN jubila. (A cada cual su tipo de realización, la suya es la cizaña.) Vi a mi PN correr  a un compañero con insultos para, punto seguido, acusar a una amiga de histerias (sic) y de allí en crescendo en ese día internacional de la danza que nos llevó directo al Asia Menor y al espectáculo de las ménades con su pérdida sacra del autocontrol, no en despoblado sino en la ciudad, y que terminó en la noche con la obscuridad de ese día
11 un PN no se cura, la empatía no se da en maceta o más bien sí: se cultiva en la infancia con el ejemplo, pero pasada cierta edad ya no se adquiere. Quedándole a quien no es un familiar, la sana opción de la huída
12 y la experiencia que, según Oscar Wilde, es el nombre que damos a nuestros (feos) errores

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